jueves, 25 de julio de 2013

No hay segunda sin tercera... 18/07

Tercera y última clase de “teatro”, todo para poder llegar a la tan afamada catarsis que el profesor profesaba. Cada clase tuvo un tema central en el cual se orientaba la exposición de cada uno, en esta oportunidad fue guiada por una foto que mostraba una persona con gran significado para quien exponía, ya sea algún familiar, amigo, ente, espíritu… en esta ocasión hubo de todo.
Hay que dejar claro que en esta clase (por suerte) la sensación de que fuera un velorio, no se notó, puede ser por que no lloraron tanto, sino que cuando se iba a llegar a ese momento, quien emitía el discurso decidía parar, esto ocurrió la mayoría del tiempo y acto que agradezco para no hacer, como ya dije antes, un VELORIO de clase.
Desde padres, madres, hermanos, abuelos, abuelas y hasta de Jesús, se habló.  Cada relato estaba cargado de experiencias que hacían más nutrida la exposición. En esta ocasión creo que no me aburrí ya que algunos de los relatos me parecían de lo más cercano, de lo más común, historias que se aproximaban algo a lo que eh vivido, historias de mi abuelo, anécdotas de mi madre, la enfermedad de mi amiga. Todas, experiencias de los demás que fácilmente se extrapolan a mi realidad y hacen que la historia llegue más cerca de uno y se puedan apreciar con mayor interés.
Otro punto que influencio a que pudieran atrapar mi atención, fue que en esta sesión les toco exponer a mis amigos: Pablo, Natalia x2, Gabriela. Cosa que me permitió conocer aún más a quienes me rodean el día a día, anécdotas que nunca están demás.
En lo que concierne a la clase en sí, en el trasfondo de esta dinámica, la idea que inunda mi cabeza, es la necesidad de la gente que rodea a cada uno para los procesos de rehabilitación. Lo importante que es la familia en los malos momentos es esencial para poder superar cualquier obstáculo que se presente, saber que se tiene el apoyo incondicional, que se fue generando por el tiempo vivido en conjunto, con las vivencias, con esos momentos en los cuales la transmisión de experiencias fue el puente que une a la persona con la otra, si bien a veces son pequeñas cosas que pasan entre ellos no se necesita más para crear el vínculo. Y a partir de eso se puede hablar ya de familia, con todas esas cosas, unidas generan el apoyo necesario que es de gran importancia para la persona que está en el proceso de rehabilitación.

Se emite la última palabra, se cierra el telón, se encienden las luces y aplauso y más aplausos. Luego de haber recolectado toda la información emitida el maestro de ceremonias otorga la palabra a los espectadores, a lo cual el tímido publico poco responde, pero en el fondo cada uno debió haber tenido una pequeña retrospección de lo que había pasado si al fin al cabo, todos tenemos el sustento de alguien cercano.

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