Segunda sesión de “teatro”. Para esta ocasión a otro grupo
le tocaba “actuar”. Esta aclamada obra, ganadora de 5 premios de la academia se
centra en la atribución a los objetos de sucesos importantes o a una persona en específico, que para el
actor le movía hasta los cimientos emocionales. Los artilugios utilizados eran
muy variados cadenitas, peluches, libros, un reloj y hasta recuerdos (así de
literal). El desarrollo de la obra se iniciaba con la presentación del objeto
en sí, dando explicación de la elección, con monólogos muy bien elaborados, que
para los más sensibles inundaba los ojos de lágrimas. Después de haber dado las
razones tenían que despojarse de tal objeto, regalándolo (simbólicamente) a
otro de los actores que en ciertas ocasiones transformaban el monologo en
dialogo al compartir palabras, luego de recibir el preciado objeto.
Y así seguía el espectáculo, hasta que hablaban todos y el
maestro de ceremonias (el profe) ponía punto final al guion recién mostrado.
No podre contarle bien las historias emitidas: 1- el copyright.
2-había que estar ahí sí o sí, la atmósfera que allí había no puede ser
transmitida por un texto.3-lo personal de las vivencias.
Pero si les puedo contar lo que yo pensaba acerca de todo…si
es por eso que visitan este blog: BIEN. Si no, puede llevar el cursor a la
esquina superior derecha de la pantalla, darle clic a la X y hacer algo mejor
con su tiempo. ¡UD. Decide!
Para mi toda, esta exposición es algo muy positivo, nos hace
acercarnos más en el grupo, logra afiatarnos más y nos sirve de ejemplo para
una posible intervención en el futuro (¿no es lo que busca este ramo?). Pero
(siempre hay peros) a medida que se desarrollaba todo, el ambiente se fue
transformando, para algunos para bien y para mí: para mal. Todo se empezó a
volver como un velorio. Si, un velorio: esa sensación de desesperación y a la
vez resignación mezclada con inquietud (pregúntenle a la nati como no me paraba
de mover de lo desesperado que estaba). No puedo estar ahí, cuando me ah tocado
ir a uno, siempre estoy un rato y salgo, trato de evitar ese ambiente, no sé si
es por el peso de la muerte (que es así los sentía dentro de la sala, aunque
fuera solo un trabajo normal) o porque es en el momento en que os sentimientos
deben expresarse si o si. Preferiría tomar la 2da opción (para no ser tan trágico)
y aparte que soy algo introvertido especialmente en esos temas.
Si hubiese tenido que actuar en este suceso, creo que hubiese
traído un gorro: azul con negro y con visera. Tiene alrededor de 5 años conmigo
y con el eh pasado de todo, ah pasado por miles de cabezas (y no, no tengo
piojos). Pero la carga de energías que posee es inmensa, quizás roba un poco de
cada persona por la que paso y queda contenida ahí mismo.
Seguramente lo hubiese llevado para esa ocasión.
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